Quién dice ser su amada

  Besando con su boca llena de lágrimas creó más heridas,  cada abrazo destruía, bombardeábamos supuestos castillos inflables, nos encontrábamos en nubes de alfileres, despidiéndonos una y otra, y otra vez.


  Queriendo tras lo que sea que haya que querer, queriendo sin parar; créame que no es fácil verlo partir como suelo hacer pero,  ¿volverá?


  Cálleme a besos hamacados por el vaivén de su locura, y quédese un poco más; convierta mis vacíos en poesía y mis lágrimas en música una vez más. Si alguna vez habré querido, fue a usted y aseguro que a nadie más.


  Y reitero que me perdone, este amor no se deshecha como un pañuelo en un resfrío invernal, no; mis mariposas pierden sus alas buscándolo en ese desierto, en esta ciudad, mis mariposas ya no están llenas de magia, ya no están colmadas de vida ni de nada.


  Y si te vuelvo a ver, anhelo que supieras que no voy a volver a querer tan descabelladamente, tan pura e inhumanamente, tan cruel e inciertamente, tan así como me acostumbraste.


  Te quiero desde lo más profundo de mí, que nadie pudo haber conocido y supongo que nadie conocerá,
su quizá eterna amada. 

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