Rosa
Rosa, dueña de mil vientos; busque la salida mental, escape de sus ideas y vuele, viaje como todos dicen querer hacerlo, elévese hasta los mil cielos; quiéreme.
Rosa, dueña de los ardores; dueña de los aromas más estupefactos del mundo al revés, dueña de la pasión, del perdón y del consuelo, del llanto y de la felicidad; dueña de los jabones que bañan mi cuerpo embarrado de karma, quiéreme.
Rosa, dueña suya; dueña de la aguja que asesina mis burbujas coloridas, de mis naves danzantes en el vaivén de la brisa que lleva su pelo; rojizo, como la sangre que llevan algunos, como los labios luego de un gran beso, como las narices frías en una mañana de invierno, quiéreme.
Rosa que envenena mi vida, la anhelo; no como un presente de alguno más que pase por aquí, sino mía, en mi ventana, en mi cama, en el suelo y en el alma. Quiéreme, aunque sea barato, quiéreme.
Rosa, dueña de los ardores; dueña de los aromas más estupefactos del mundo al revés, dueña de la pasión, del perdón y del consuelo, del llanto y de la felicidad; dueña de los jabones que bañan mi cuerpo embarrado de karma, quiéreme.
Rosa, dueña suya; dueña de la aguja que asesina mis burbujas coloridas, de mis naves danzantes en el vaivén de la brisa que lleva su pelo; rojizo, como la sangre que llevan algunos, como los labios luego de un gran beso, como las narices frías en una mañana de invierno, quiéreme.
Rosa que envenena mi vida, la anhelo; no como un presente de alguno más que pase por aquí, sino mía, en mi ventana, en mi cama, en el suelo y en el alma. Quiéreme, aunque sea barato, quiéreme.
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